Merece la pena. No importa lo que te hayan contado y que sea el punto más importante de todo recorrido turístico que se precie. La Torre Eiffel es un monumento excepcional y las vistas desde sus plataformas son alucinantes. Tiene tres niveles, el primero a 57 metros, el segundo a 115 metros y el tercero a unos vertiginosos 276 metros.
Para subir al tercer nivel hay que pagar más y volver a hacer cola desde el segundo nivel, así que nosotros nos conformamos con llegar al segundo nivel. Es batante grande y tiene a su vez dos niveles, por lo que si te subes al superior te quitas toda la valla, ideal para hacer fotos. También tiene unas vistas de 360º alrededor de la Torre, así que puedes recrearte con los detalles de toda la ciudad.
Es uno de los monumentos con más colas de París, así que bien las esperas estoicamente o reservas por Internet antes o te apuntas a uno de los tours (como el del aviador) que tienen pase prioritario.
Visitar el Museo del Louvre es una experiencia que no se debe desaprovechar, se que cuando vas poco tiempo a una ciudad tan grande, meterse en un Museo puede parecer para algunos una “pérdida de tiempo”, pero os aconsejo que os dejéis caer aunque sea una o dos horas por el museo.
En ese tiempo lo que podrás ver será ínfimo en comparación con TODO lo que hay por ver y admirar, pero nosotras lo que hicimos para combinar un poco de todo fue aprovechar que los miércoles y viernes abren hasta las 22h y te permite organizarte el día y dejar el museo para las últimas horas. Además el viernes de 18h a 22h si tienes de 18 a 25 años la entrada es gratuita, y para el resto hacen descuento.
De lo que pudimos visitar, la zona dedicada a Egipto nos gustó muchísimo, es como transportarte por unos minutos a otra civilización, soñar que formas parte de otro mundo, y que estás paseando entre ellos. Poder ver los sarcófagos de cerca, mirarlos a la cara, y dejar que nuestra imaginación haga el resto.
Este año 2009 se cumple el 20º aniversario de las pirámides del Louvre, la grande y más espectacular y otras tres más pequeñas a su alrededor, ideadas por el arquitecto americano Ieoh Ming Peí. Su construcción estuvo rodeada de grandes polémicas, aún hoy en día hay importantes discrepancias sobre el impacto visual que ejerce sobre el edificio clásico del museo.
Y no sólo ha generado este tipo de controversia, sino que también la rodea un halo de misterio que la relaciona con prácticas masónicas, incluso satánicas.
Guste o no, es la puerta de acceso al museo, en ella encontramos el control de mochilas y detector de metales; una vez pasado nos encontramos con un enorme e iluminado vestíbulo bajo tierra, con retorcidas escaleras mecánicas; en el techo y culminando la galería, tenemos la pirámide sobre nuestras cabezas.
Esta zona se convierte en un constante murmullo de visitantes, gente que deambula distraída mirando al techo, otros que no encuentran a su acompañante, profesores que intentan controlar a los chavales, jóvenes pintores dispuestos a dibujar obras maestras...
Para adquirir las entradas es suficiente con ir a una de las máquinas expendedoras que hay en el hall y listo, si queremos podemos dejar nuestras cosas en guardaropia de forma gratuita. Y solo quedará una cosa, decidir por qué pabellón vamos a empezar, Sully, Richelieu o Denon?
Hay dos visitas que se pueden hacer a Notre-Dame, que están separadas la una de la otra. La primera es la visita a los interiores de la Catedral y la otra es la visita a las Torres. Ambas tienen su respectiva cola aunque la entrada a ambas está incluida en el Museum Pass.
Nosotros optamos por subir a las Torres para ver las vistas con uno de sus iconos más representativos: las gárgolas. También es una buena opción para ver los tejados de la Catedral y admirar la ciudad y la isla en mitad del Sena donde está la Catedral. Se puede admirar el Sagrado Corazón, la Torre Eiffel (que siempre está presente en todo mirador que se precie de París), el Sena, el Centro Pompidou, etc... vamos una manera de dejar situar toda la ciudad a vista de pájaro.
Se ubica en el barrio Montmartre conocido por sus artistas, que por cierto cualquiera se improvisa pintor y te regala un retrato o una caricatura hecho en 5 minutos en unas de sus callejuelas... Muchos alumnos que estudian " les Beaux Arts" se entretienen con turistas los finales de semanas...
Sus calles tienen olores a crepes y helados. Sentaros a tomar un té en unos de sus "cafés". Os recomiendo el helado de caramelo con mantequilla salada! humm... qué bueno!
La Basílica del Sagrado Corazón, es simplemente impressionante con sus jardines, sus vistas de París y su ambiento sónoro. Encontrareis gente y grupos tocando todo tipo de instrumentos...
Os recomiendo visitarla en silencio (obligatorio) y luego echaros en el cesped un ratito y disfrutar del ambiente mágico que tiene este lugar.
Nosotros tuvimos la suerte de tener un día maravilloso...
El arco de triunfo es enorme. LLegamos a el desde los Campos Eliseos en su intersección con la calle del Grand Palais. Si creéis que está a un paso, os equivocais!!! Os lleva un treyo importante...No recuerdo el tiempo, puede que una hora. El paseo esta muy bien subiendo la avenida de los campos Eliseos pero una recomendación, se debería hacer con las piernas descansadas y si es verano por la mañanita. Al arco de Triunfo se accede por un túnel que te deja en la plaza porque es muy peligroso cruzarla por el tráfico. Subir supone unos 300 escalones. No hay otro acceso. La entrada cuesta 7 €. Para los discapacitados ( con la terjeta de aparcamiento del coche lo podeis acreditar) la entrada es gratuita para el y el acompañante. Cuidado en los alrededores con los rateros. Se ven muchos al descuido.
¿Quién no quisiera cuando camina por París trasladarse 60 ó 50 años atrás? El París de mediados del siglo XIX, habitado por escritores y pintores de distintas partes del mundo debe haber sido apasionante. Dos fueron los sitios que artistas como Pablo Picasso, Amedeo Modigliani, Camille Pissarro, Vincent van Gogh, Henri Matisse, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, o Toulouse-Lautrec, eligieron para vivir. Uno fue Montparnasse, en la Rive Gauche, el otro fue Montmartre, en la Rive Droit.
Emplazado en una alta loma coronada por la Basílica de Sacré Coeur, hoy Montmarte está bastante lejos de ser ese espectacular rincón parisino generador de arte, lleno de cabarets y teatros. Sin embargo su visita resulta ineludible: Imposible ir a la Ciudad Luz y no dar una vuelta por los alrededores de la Place du Tertre, atiborrada de pintores callejeros y de recuerdos maravillosos, como el antiguo restaurante Le Consulat y el Moulin de la Galette.
Dentro de Disneyland Resort hay dos parques temáticos diferenciados y con entradas distintas.
Este es el primero y es igual que el original Magic Kingdom de Los Angeles (http://www.Minube.Com/rincón/disneyland-los-angeles-a118109) e igual que el homólogo de Orlando.
Este es en el que disfrutarán más los peques peques (también los mayores).
Nada más acceder por el main street, encontrareis la estación de tren que os puede llevar a cualquiera de las 4 zonas con atracciones: Frontierland, adventure land, Fantasy land o discovery land. También puedes continuar andando la main street (zona de tiendas), teniendo acceso al final a las zonas de atracciones.
Frontierland: Ambientada en el oeste. Puedes hacer un crucero en un barco de vapor de palas y montarte en una vagoneta minera en Big Thunder Mountain. Los más pequeños pueden divertirse en Pocahontas Indian Village.
Adventureland: Lo mejor es el paseo en la cueva de piratas y la atracción de Indiana Jones. También trepas a los árboles con la familia suiza de los Robinson.
Discoveryland es dedicado al futuro con atracciones como Space Mountain: Mission 2 o también puedes experimentar la sensación de sentirse diminuto en Honey, I Shrunk the Audience.
Fantasyland: El origen de los orígenes, donde las historias que inspiraron los clásicos animados Disney cobran vida. No os perdais it´s a small world o el laberinto de Alicia.
Para los peques la cabalgata es estupenda. Para finalizar los fuegos artificiales con el castillo de fondo.
Hay una multitud de puentes que cruzan el Sena, todos muy diferentes y bonitos tanto los unos como los otros...
Me hace pensar en la canción de Mathieu Chedid & Vanessa Paradis que se titula "La Seine", para los amantes de la música francesa, teneis que escucharla! Tiene como un par de años.
Decidimos pasear en barco de noche, antes de ir a cenar, y el espectáculo que nos ofreció la Torre Eiffel iluminada desde el Sena fue inolvidable.
Lo único que para finales de octubre, hace un poco de frío, y hay que pensar y bien abrigados.
Numerosos barcos ("Péniches") proponen cenas, bares musicales en el Sena... Nosotros sólo tomemos una copa... vienen a ser cenas bastante caras a mi gusto!
Hay largos paseos a lo largo del Sena, no tengais miedo (incluso de noche, siempre hay gente por todo los lados, es lo que tienen las capitales!) y recorred kilómetros andando o en bici.
Llegamos por la tarde al Palais Garnier, queríamos visitarlo.
Nos ofrecían un tour, lo discutimos, decidimos comprar una entrada para el día siguiente, pues disponíamos de tiempo, y disfrutar de la obra ”Tosca” de Puccini.
Eran las 19:35, se nos ha echado el tiempo encima. Nos quedan veinticinco minutos para llegar desde Joinville-le-Pont hasta el Palais Garnier.
- ¿Cómo llegamos? La única solución, coger el coche.
Llevábamos cinco días en París y no se nos había ocurrido circular en automóvil, utilizábamos el metro o el autobús. Sin conocer la ciudad nos aventuramos. Dirección Noroeste.
¡Manos a la obra! A la izquierda, a la derecha, todo recto, esa señal nos indica que por aquí no se puede, adelantamos, semáforo verde, quedan diez minutos, no sabemos dónde estamos.
¡Buah! El Boulevard des Capucines ¡Por aquí!
En un ejercicio de orientación mental nos plantamos en la Opera de París a las 19:55. Ahora aparcar. Más ejercicio de concentración. ¡Un sitio libre! No hay prohibición de aparcar. No me lo creo.
Corrimos hasta la puerta de la Opera. Aún estamos a tiempo. En la taquilla un cartel.
Si usted llega tarde, se tendrá que esperar hasta el intermedio.
Le damos las entradas al conserje y nos dice que sin problema, adelante. Nos sentamos y suenan los primeros acordes de la orquesta. ¡A disfrutar!
Si repetimos el rally diez veces, nueve veces nos hubiéramos perdido por las calles de París, pero ese día acertamos. Pudimos disfrutar de buena música y visitar la Opera de París.
¡Suerte y adelante!
Sólo tenía un día en París antes de coger el tren hacia mi destino final pero la mañana en el Musée d'Orsay valió la pena con creces. El museo es enorme y como mi prioridad era la colección impresionista la visita tenía que empezar por la quinta planta.
En el ala izquierda de esta planta se sitúa la Galería de los Impresionistas por la que podemos recorrer las obras más importantes de este movimiento desde sus orígenes, allá por 1860 y la primera exposición impresionista (1874), hasta las obras posteriores a 1900 de Monet o Cézanne. Pero las huellas del impresionismo no acaban aquí y por eso podemos completar esta visita paseando por la Galería Néo y Post-Impresionista de la primera planta, donde podemos observar los famosos cuadros de Van Gogh y Gauguin.
A nivel práctico, sólo recomendar que la visita se realice pronto por la mañana ya que en torno a las 12 se forman unas colas impresionantes y, además, se les pueden acabar los audioguías (un gran apoyo, por cierto, en esta visita). La entrada para los jóvenes estudiantes menores de 26 años es gratuita.
Buenos días, monsieur. Venimos a ver el elefante azul. No, no, no queremos pagar la entrada... No, si el espectáculo ya sabemos que está muy bien, pero nosotras, sólo queríamos ver si podemos entrar a ver el elefante azul. Sólo un pequeño momento, así, chiquitín. Que no molestamos.
Con paciencia, nos cuenta el señor de la puerta, a la que ya hemos fotografiado de toda forma posible, que eso es cosa de película. Que sí, que hace muuuchos años hubo un elefante azul pero que ya noooo. Y que, por supuesto, no podemos entrar más allá de donde nuestros talones han llegado. Así que retrocedemos. Salimos. De Sadine ni preguntamos, para qué... todo el mundo sabe que murió de tuberculosis... Y aquel chico.. que habrá sido de él...
“No hay nada más hermoso que amar y ser correspondido”, escribió aquel escritor bohemio desde una de esas ventanitas enfrente del Moulin Rouge. Pufff... pues la verdad es que mucho más bonito en la película. ¡Dónde va a parar! ¡Y en los cuadros de Toulose Lautrec!
Aun así, “The greatest thing you’ll ever learn is to love and be loved in return”. Sí señor. Ahí queda eso.
El lugar es espectacular. La visita al palacio yo la recomiendo a los amantes de la pintura y sobre todo vale la pena visitar el salón de los espejos. Como ya conocía el Palacio de Aranjuez en España no me lleve muchas sorpresas en el interior del Palacio. Sin duda los jardines son lo más impresionante. Yo alquilé un cochecito de los de golf que hay disponibles por 30 € la hora pero para mi mereció mucho la pena porque sino preparaos para caminar! También hay un trenecito para hacer la visita.
Las Galerías Lafayette se han convertido en un lugar ineludible para cualquier visitante extranjero en París, tanto por su arquitectura como por sus productos prestigiosos.
En 1893, Théophile Bader y Alphonse Kahn, dos primos, crearon Les Galeries Lafayette en la esquina de la rue La Fayette y de la rue de la Chaussée d'Antin. El proyecto de construcción de la gran cúpula de las Galerías Lafayette fue llevado a cabo, como un trabajo colectivo, por Ferdinand Chanut para concluir con la realización de las nuevas Galerías en 1912.
Con una altura de 33 metros, la cúpula, de estilo neobizantino, es un conjunto de vidrieras coloreadas sostenidas por una armadura metálica floral. En la séptima planta de las Galerías se encuentra una terraza con una de las mejores vistas de París, y lo mejor de todo es gratis (cosa rara en esta ciudad tan cara), que yo recomiendo visitar al atardecer. También diré que es el único sitio que he visto hacer cola para poder entrar en la tienda de Chanel.
Realmente parecería una redundancia decir que en Francia hay un famoso jardín a la francesa pero no lo es. Este jardín es el famoso jardín de “Las Tullerías” y tiene características muy particulares, si bien se asemeja en líneas generales a los jardines italianos, ya que originariamente era de este estilo por ser Catalina de Medici originaria de Italia, su gran diferencia consiste en la amplitud del espacio abierto que permite una visión de conjunto muy particular.
Compuesto por diferentes y asimétricas áreas, estos se organizan partiendo desde el centro del mismo, diseño que se hiciera famoso en todo el mundo de la mano de distintos paisajistas franceses y particularmente aquí del jardinero real André Le Nôtre en el año 1664.
Además de haber recorrido el Grand Couvert, L’Échiquier, Grand 1959, admirado las esculturas de en Grand Bassin, las fuentes con sus coloridos patos y la cantidad de tulipanes en Grand Carré, aquí nos encontramos con robles, álamos, tejos, tilos, castaños y pinos entremezclando sus otoñales coloridos con los Cosmos bipinnatus también conocidos como girasol o mirasol morado o rosado. Las amarillas y doradas rudbeckias muy parecidas a una margarita pequeña y la azulada savia farinacea o salvia azul, entre otras, así como también numerosos setos y arbustos recortados de forma simétrica y que son típicos de este tipo de jardín.
It seems redundant to say that there is a famous French garden in France, but it isn't. The garden in question is the famous Les Tuileries, which has very peculiar characteristics resembling those of Italian gardens, a style attributed to Catherine de' Medici, Queen of France and native of Italy. The big difference is in the openness of the garden which allows for better views.
Composed of different asymmetrical areas, the garden works from the center out using a design that became famous around the world thanks to the royal gardener André Le Nôtre in 1664.
In addition to touring Grand Couvert and admiring sculptures like L'Échiquier, Grand, I, found myself surrounded by fountains with colorful ducks, a large variety of tulips, and oak, poplar, chestnuts and pines. There are cheery sunflowers and pink or purple marisols, rudbekias (a yellow daisy-like flower), and innumerous symmetrically-trimmed hedges.
Tras visitar el barrio latino, nos apetecia descansar y que mejor opción que hacerlo en el parque de Luxemburgo, el parque es maravilloso, pero las sillas son las más cómodas que he encontrado en un parque, en mi vida, de hecho me adormilé aprovechando que era la hora de la siesta....
El jardín es muy extenso tiene 25 hectáreas, y su centro neurálgico es el Palacio de Luxemburgo, del que ha tomado su nombre, justo delante se encuentra el lago artificial donde los niños juegan con barquitos de juguete.
Es un parque muy concurrido, aparte de por su belleza, por la gran cantidad de actividades que tiene: Café al aire libre, teatro de títeres, plataformas para orquestas, escuela de apicultura, etc.
Recorrer el antiguo y magnifico conjunto de edificios que es el Hotel de los Inválidos construido en 1670 por encargo de Luis XIV para dar albergue a los más de 4000 veteranos del ejército francés, fue una de las historias que más me conmovió porque no es muy común considerar a los combatientes con el respeto que se manifiesta desde todos los rincones de este edificio.
En la actualidad se encuentra, en lo que en su momento fue el Palacete de los Inválidos, el Museo de las Armas o Museo del Ejército el que, tal como lo indica su nombre, tiene en exposición armas de todo tipo, armaduras medievales, la historia de las fuerzas armadas francesas y las creaciones de los más renombrados armeros de Italia, Francia y Alemania entre otra gran multiplicidad de objeto. Merece un párrafo aparte todo lo que hace a la Segunda Guerra Mundial y la cantidad de documentación al respecto. Es otro de los Monumentos declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. También quiero decir que sacar buenas fotos detrás de vidrio es algo casi imposible de lograr.
El centro Georges Pompidou, también conocido por los habitantes de París como "Beaubourg", es el principal museo de arte moderno y contemporàneo de París, además del más dinámico.
Su edificio, obra del arquitecto Renzo Piano es célebre en el mundo entero y muy característico por su estructura de tubos de colores a la vista.
Además de tener varios espacios en los que cada año se pueden visitar las exposiciones de París sobre las que todo el mundo habla, el museo cuenta con muchos espacios y ofrece una programación cultural impresionante.
La biblioteca, que cuenta con dos pisos enormes y una cafetería, es un lugar muy agradable dónde encontrar casi todo lo que uno busca ya sean libros, periódicos de todo el mundo, revistas especializadas, material audiovisual, música, guías de viaje. Con razones se forman colas de una hora en la entrada ya que todos los estudiantes se avalanchan hacía ahí para estudiar.
Las salas de cine ofrecen ciclos de películas, documentales o cortometrajes, generalmente relacionados con los contenidos de las exposiciones o otros grandes eventos de actualidad en la ciudad. El precio de las entradas es siempre más barato que en una sala de cine convencional, aunque se pueden obtener descuentos con carnet de estudiante, de jubilado, estando en el paro, siendo profesor, etc...
El auditorio (en la planta sótano) acoge a veces a artistas y músicos de la escena experimental y está relacionado con el IRCAM (Instituto de investigación de la música y la acústica) dirigido por el compositor Pierre Boulez.
Además, hay una sección dedicada a la búsqueda de empleo con una base de datos importante.
En el mismo hall de entrada, siempre suele haber una exposición para niños dónde se organizan talleres didácticos.
El carnet del Centro cuesta alrededor de los 30 euros y da acceso a un año entero en el centro incluyendo todas las exposiciones, todas las películas, la colección permanente, una tarjeta de 6 euros en fotocopias en la biblioteca y un 10% de descuento en la librería.
La Plaza de la Concordia, nos llamó la atención por su grandiosidad, tiene más de ocho hectáreas, la pena es que no este cerrada al tráfico, algo por otra parte imposible ya que es una de las principales arterias del centro de París entre los Campos Elíseos y el Jardín de las Tullerías.
Su cometido inicial era albergar la estatua del rey Luis XV, por eso en un principio este fue su nombre, pero tras la Revolución , la estatua fue sustituida por la guillotina, en la que fueron ejecutadas en sólo dos años más de mil personas, se rebautizó como Plaza de la Concordia, para borrar de su memoria los violentos hechos allí acontecidos y en el siglo XIX, fue instalado en su centro el obelisco de Luxor de 3.200 años de antigüedad, rodeado de fuentes, estatuas y preciosas farolas.
Nosotros tuvimos la suerte de visitarla al anochecer, cuando la bañaba la luz de ocaso, y esperamos un cuarto de hora para verla en todo su esplendor con el encendido de todas las luces, sin duda mereció la pena.