Si bien es cierto que los lugares más visitados son siempre capitales europeas, no podemos olvidar que hay pueblos de Europa que superan a éstas en belleza. Muchos de ellos albergan auténticas joyas, ya sean naturales o arquitectónicas y muchas veces no son conocidas más allá de sus fronteras.
Ejemplos de ello son el enigmático Le Mont-Saint-Michel con su abadía fortificada, la ciudad de Rothenburg ob der Tauber que nos traslada a la Edad Media, el idílico pueblo de
Hallstatt situado a orillas de un precioso lago o Albarracín, testigo de la historia entre cristianos y musulmanes. Y mencionando éstos, aún quedan muchos pueblos por descubrir...