ANADEL
Contundente y turístico
Reponer fuerzas en este lugar tras atravesar el castillo y la plaza con un cierzo helador fue de lo mas reconfortante.
Emplazado en un edificio histórico, una casa fortaleza del XI en cuyo sótano se dispersan innumerables mesas, seguro es un sitio de los que encantan a los foráneos.
Teníamos a los tres camareros solo para nosotros porque Aínsa esa noche de marzo estaba desierta.
Los garbanzos en potaje, el guisado de ciervo y los dulces postres estaban en su justo punto, raciones abundantes y precio razonable.
Para recomendar.
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