Madrid ha sido una villa en la que, desde el S. XII, ha predominado el culto católico, y buena muestra de ello son las decenas de iglesias que hay en sus calles. Aunque la mayoría de templos son posteriores al siglo XVIII, hay auténticas joyas de diferentes estilos arquitectónicos que pasan por un amplio abanico desde el herreriano hasta el ecléctico.
Entre las iglesias más importantes de Madrid, hay que destacar la de San Jerónimo el Real, situada a escasos metros del Museo del Prado, que tiene una fabulosa fachada de estilo neogótico. También merece la pena visitar la Real Basílica de San Francisco el Grande, en pleno Madrid de los Austrias, aunque sea solo por admirar los frescos de su cúpula que supera los 70 metros de altura. Por supuesto, resultan imprescindibles para los amantes de la arquitectura eclesiástica la Basílica de Jesús de Medinaceli, de estilo ecléctico, y la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, un ejemplo canónico de arquitectura herreriana. Ambas fueron consagradas por diferentes papas con la distinción de basílica menor.
En un segundo plano, cabría destacar otras iglesias para visitar en Madrid que sobresalen por su belleza más que por su importancia. La Iglesia de San Manuel y San Benito, por ejemplo, es conocida por su situación privilegiada frente al Retiro y su arquitectura neo-bizantina única, ¡es el escenario ideal para casarse en la capital! Cómo no, la Ermita de San Antonio de la Florida y la Ermita de la Virgen del Puerto son maravillas a orillas del Manzanares que hay que visitar, como también hay que admirar los frescos y murales de la Iglesia de San Antonio de los Alemanes, que te dejarán sin aliento.
Otras iglesias en el centro de Madrid que podrían quedar en un tercer plano (aunque no por ello deja de merecer la pena visitarlas) pueden ser edificios como Iglesia Catedral Castrense que guarda un estrecho vínculo con las Fuerzas Armadas Españolas, la Parroquia de Santa Bárbara, la Iglesia de San Andrés, o la Iglesia de San Pedro el Viejo, que es uno de los pocos edificios madrileños que conservan elementos mudéjares en su diseño actual.